dilluns, 22 de novembre del 2010

Niña del desierto: la pel·lícula.

Un preciós regal de la teva mare, que t'estima i et porta sempre, dia i nit, dins el seu cor.



Idea, disseny, selecció i muntatge de la pel•lícula: Carme Martorell
Gravat a Barcelona (octubre-novembre de 2010)
Música: Niña del Desierto
Lletra i Música: Núria Rossy
Amb la col•laboració de les amigues i amics de l’escola
Gravat als estudis Nómada 57 (Abril 2010)

Poema del aigua

Agua. Agua que interrumpe el sonido de los pájaros al cantar.
Agua que fluye, pero que a veces también se cuaja.
Agua que para unos es oro, y para otros no es nada.
Agua que se desliza por el río, cantando villancicos.
Agua que llora a llantos de felicidad.
Agua que tiene miedo, de caer en un orificio vacío, a la nada.
Agua verde, contaminada, sucia, mala, que ya no podrá volver a sanar.
Agua que sale a borbotones, alegre de poder ser ella, poder ser agua.
Agua, …y nada más.

(Alèxia, 2008)

diumenge, 21 de novembre del 2010

Dos anys, i un dia.

El viernes 14 de Noviembre te bajaron de la cámara hasta la UCI. La situación era realmente complicada.


Pero tú seguiste luchando, Alèxia, aunque quizás algo de tu fuerza interior comenzaba a flaquear: jo no vull ser aquesta persona, dijiste en algún momento tras el ingreso, como si intuyeras que tu cuerpo no conseguía seguir a tu tremenda voluntad de vivir, y te dabas cuenta que la enfermedad estaba pudiendo contigo.


Los primeros días en la UCI pasaron rápido, pero sufríamos tanto al verte sufrir a ti, aguantar tantos análisis, tantas pruebas, que no puedo siquiera imaginar el infierno que estabas pasando, hijita. Sin embargo, seguías conectada a la vida, seguías luchando, escribiéndonos notitas en servilletas de papel: cada quan vindreu? qué expliqueu? soc jo la única nena?...


Al cuarto día del ingreso te encontraste un poco mejor, tanto que hasta tuviste ganas de arreglarte las uñitas tú sola aquel día. Después, en un momento dado de la tarde, quisiste abrazar a la mama, diciéndole ets molt maca, mama, después dijiste i ara el papa y me abrazaste a mi después, y comenzaste a jugar con mi mascarilla, estirándola, para hacerme sonreir, y sonreíste tú también en ese instante. Pareció en aquel momento que todo volvía a estar en su sitio, que estábamos jugando tú y yo, como siempre, lejos del peligro y del sufrimiento. Tengo un recuerdo increíble de aquel día, de aquellos breves segundos, que ahora conservo y llevo siempre conmigo, como un pequeño tesoro.


Después, las cosas empeoraron. Tu equipo médico siguió trabajando a tope, supliendo con máquinas o con medicación lo que tu cuerpo iba cediendo. Nos agarrábamos a cualquier esperanza, pero la situación comenzaba a ser desesperada. Poco a poco, ibas dejando de ser tú. Fueron dos días durísimos, Alèxia, durante los cuales tu madre no se separó nunca de ti, estuvo siempre a tu lado, te cogía la mano, te hablaba, te susurraba palabras de esperanza. Había momentos que yo no me aguantaba de pie, pero tu madre siempre seguió a tu lado, constante.


La noche del quinto al sexto día fue decisiva. Tu doctora de la UCI nos dijo que la situación tenía que dar un vuelco de madrugada, tu médula tenía que despertar, comenzar a defender el cuerpo generando glóbulos blancos, que tenías que ayudarla a ella, porque los medicamentos y las máquinas no lo podían todo. Ella esperaba el despertar de las células madre, para iniciar la muy difícil, pero no imposible, tarea de rescate. Doy fe de la extraordinaria actuación de tu doctora y tu enfermero aquella noche en la UCI, la actividad de establización fue continua, no pararon en toda la noche de luchar por ti.


La mañana del jueves 20 tu equipo médico intentó una arriesgada maniobra de rescate con un potente medicamento, a la que dimos consentimiento, pero que finalmente no resultó.


Cuando la tarde acababa, ya no eras tú.


Perdónanos.


Quiero que sepas que en todo momento estuvimos contigo, que no te dejamos nunca sola, que un hilo muy delgado nos mantuvo siempre unidos a ti, a la persona que tan extraordinaria que fuiste.


Estás en nuestro corazón, Alèxia, guapa.


Ahora sólo quisiera recordar aquella mañana limpia de enero, cuando viniste a llenar nuestras vidas:


Era un matí assolellat, els carrers eren freds, i per la gent aquell era un dia qualsevol, un dia de cada dia, però per mi era diferent, ja podia sentir, tocar, cridar...


dilluns, 8 de novembre del 2010

CONSIDERA MI DUELO

 
Avui em ve de gust transcriure unes paraules que vam llegir fa poc al grup de suport de AFANOC, al que vaig des de fa ja algunes sessions. Les paraules estan extretes del llibre ‘El Desafío de Renacer’, de Mauricio Meza Acosta, i les trobo molt encertades. Son unes paraules que parlen de com ens trobem els pares i mares orfes de fill o filla, son paraules que poden ajudar a que els altres, la família, els amics, els companys de feina, els veïns, ens entenguin una mica més en aquest procés difícil, colpidor, moltes vegades insuportable, que és el de continuar vivint sense els nostres fills estimats. Moltes vegades, els pares i mares que hem perdut un fill o una filla ens trobem que, afegit al dolor i desesperació per la pèrdua, hem de fer també front al dolor de la incomprensió, al defugir dels altres a parlar dels nostres fills estimats que han marxat per sempre, al silenci d’aquells que, per protegir-se, intenten passar pàgina massa aviat, sense pensar que, per ells mateixos, el dolor enquistat tampoc és bo. Parlar dels nostres fills o filles no ha de ser sempre trist, ens agrada parlar d’ells, recordar-los, i que els altres pensin en ells. Es una forma de rescatar-los de la seva soledat i retornar-los a poc a poc amb nosaltres, al centre dels nostres cors.

Sí, ja ho sé, ara em costa somriure, em costa pensar que algun dia podré tornar a viure sense aquest neguit d’ara però, si us plau, ajuda’m si pots, escolta’m, acompanya’m. Considera el meu dol.



CONSIDERA MI DUELO


No te pido que me des un trato especial. No estoy

enfermo, no tienes que alejarte de mí, solo te pido

que consideres algunos aspectos, pues me ha sucedido

lo peor que me pudo haber sucedido.


Te pido que no tengas temor de pronunciar el nombre de mi

hija, ya que ella vivió, vive aún en mí y fue y es muy importante.

Considera lo feliz que me siento de saber que tú también la

recuerdas y hablas de ella. Me gusta saber que tú también la

tienes presente en sus cumpleaños y aniversarios.


Considera que pasaré tal vez en un mismo día por diferentes

emociones. Puedo vibrar de alegría al recordar a mi hija y puedo

llorar después por su ausencia. Tal vez un día estaré feliz y otro

día será desastroso para mí. Te pido que me des espacio para

ser libre con mis emociones, aún estoy trabajando en ellas. No

me obligues a estar contento si me ves retraído, porque estoy

pensando en mi hija.


Considera que lo que me ha pasado no tiene nombre. No lo

compares a otra situación que te haya sucedido a ti. Perder una

hija no es igual a ninguna otra muerte o evento. Por favor, no

hagas comparaciones.


Considera que a pesar de que estoy trabajando en trascender

mi duelo y elaborar mis emociones, no sé cuánto tiempo pueda

durar ésto en mí. Aunque los profesionales digan que el duelo

dura de uno a tres años, a veces pienso que pasarán muchos

años para poder superar este trauma. Dame tiempo, no sé

cuánto...


Considera que mi cuerpo también me pasa la factura por este

golpe emocional. Puedo ganar o perder peso, dormir mucho

o no poder dormir. Tener raras dolencias y ser propenso a estar

enfermo.


Considera que hay momentos en que no me puedes hablar de

problemas económicos. Yo los conozco. Solo te pido que

consideres el momento oportuno.


Por último, considera que tengo nuevos “anteojos”

para ver la vida.


No soy el mismo. Jamás lo seré.


Soy diferente, no soy como antes, tal vez soy mejor...


Trata de conocerme.


(Extret del libre ‘El Desafío de Renacer’, de Mauricio Meza Acosta; m'he pres la llibertat de canviar la paraula fill –el cas del autor- per filla –el nostre cas-, així el text m'es encara més proper)