dimarts, 5 d’abril del 2011

Explicar la historia

Necesitamos explicar nuestra historia.
Muchas veces nos repetimos, volvemos a contar una vez y otra lo que nos ha pasado, como para cerciorarnos de que realmente todo no es más que una pesadilla, y que despertaremos un día, y todo volverá a ser como antes.
Recorremos los espacios que compartimos con ella, los caminos que recorrimos juntos, el horizonte que oteábamos esperanzados en momentos únicos de felicidad.
Todo era sencillo: las palabras, el juego, un paseo en bicicleta el primer día de primavera, la ilusión de los veranos repletos de felicidad, la comezón en el estómago la noche antes del primer día de clase o el despertar del amor en ciernes de los últimos días de curso, preludios de la canción profunda y única de su vida, de nuestra vida.
Necesitamos decir que sí, que ella vivió, que fue única, que la quisimos sin quiebra, todos los días y todas las noches de su existencia.
Necesitamos no olvidar, pensar que todo no fue en vano.
Que a pesar del dolor y la tristeza, algo fue, transcendió el tiempo, y nos hizo crecer y madurar juntos.
Que las palabras son más que sones repetidos en busca de sentido, y no el eco vacío de nuestra desesperación.
Por eso volvemos una y otra vez a hablar de ella, a recordarla, aún sabiendo que la felicidad no vuelve, que la felicidad no vive atrapada en los recuerdos.
Como aquellos cuentos un felices que ella gustaba de escuchar una vez y otra, todas las noches, esperanzada.
Explicar la historia para no vivir en el recuerdo, sino para poder llegar a olvidar, recordándola.

Cala Esmeralda (Menorca)