El físico, amante del sentido metafísico de la existencia, y además, un iluminado, me explicó confidente: hay dos clases de gravedad: una, la de la piedra al caer, víctima de su destino corpóreo; otra, la del ave, que al advertir la pesadez del cuerpo, renueva el vuelo. Y concluye; sólo muere la piedra.
Rafael Pérez Estrada
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