dimecres, 21 d’abril del 2010

ATMAN

yo no quiero ser esta persona

quiero seguir bailando en las mañanas de primavera
quiero poder tachar los días del calendario
hasta llegar al último día de clase
soñando en el primer baño del verano
el primer beso, el primer abrazo,
los primeros labios que me quieran
y me deseen hasta fundirme

quiero escribir mi vida en las casillas
de un juego de la oca universal
donde no haya bolsas azules
donde no existen las bombas peristálticas
sonando tercas en las noches soñadas de Sant Joan
quiero dormir en mi camita de entonces
despertarme el primer día de escuela
o el último, víspera de un verano inolvidable,
y pensar que los deseos siempre se cumplen

quiero grabar mi destino en miríadas de colores
abrazar a mi mejor amiga y decirle que sí,
que trabajaremos juntas, que reiremos hasta el amanercer
en nuestro piso compartido de un mundo imposible
quiero compartir mi alegría hasta vaciarme
quiero que mis padres no sufran por mí,
quiero leerles el cuento de blancanieves
decirles que en el desierto de hielo me sentí amada,
o que en el viaje final hasta el mundo de los muertos
yo salía finalmente victoriosa

quiero que mis pensamientos y mi sangre
se confundan en un sólo deseo tangible
vivir, vivir más allá de este pesado fardo
que retarda mi partida hasta el reino de lo posible
quiero que me quiten el port-a- cath, olvidarme
de las noches de urgencia cuando estropeé
el cumpleaños de mamá y lloré de hastío,
desesperanza y aburrimiento hasta dormirme
quiero ser lo que pude llegar a ser
escalando montañas o abrazando al gatito aquel
que acogimos entre algodones de indulgencia
una primavera de treguas y esperanzas

quiero que mis palabras, mis pensamientos,
sean el lecho dorado de la sangre de mi cuerpo
que renazcan mis células como un árbol imparable
y ocluyan este carbunco terco que me requiebra
de dolor y pesadillas, quiero escribir mi diario secreto
cerrarlo con un candado y que nadie, y nunca,
descubra mi secreto:

que quise vivir, quise luchar, arrancar la vida de la muerte
y que mi cuerpo no me seguía
que sabía que quizás era el último abrazo
el último aleteo de amor entre los prados
y que por eso os abracé, agradecida, llena
de felicidad pura en un instante robado a la eternidad
en una tarde decisiva que rompía todos mis sueños
pero donde yo soñaba todavía un despertar posible
donde cumplir el destino de amor que me esperaba

yo no quiero ser esta persona, dijiste,

y tu cuerpo soltó lastre
y el hálito feliz de tus palabras subió alto
muy alto hasta perderse
hasta el primer día aquel en que despertaste
una mañana cualquiera de un invierno frío
y pudiste saltar, gritar, correr, ver la luz inesperada
que corría a tu encuentro con locura...

Papá