Per la meva filla Alèxia
Dejé de escribir
cuando te fuiste:
las ramas encumbraban
los caminos, donde
caían y caían los versos
ansiosos de remontar
la luz y poder abrazarte,
dejé de sentir, amar,
vibrar con las olas
del mar y recoger
el tierno fruto
de tu cuerpo bailando
en el origen del mundo.
Dejé de vivir
cuando te fuiste,
tan hondo el dolor
y tan lejano el cielo
de aquellos días claros
cuando reías y reías
al llegar la primavera
o cuando en verano
quemábamos el deseo
al zarpar la nave
hacia puertos lejanos
donde viviríamos
el cumplimiento feliz
del derecho a amarnos
y amar hasta los huesos.
Dejé de mirar y tocar
cuando te fuiste,
se apagó hasta el silencio
y no sabía donde pisar
sin cortarme los pies,
en la afilada soledad
del blanco papel
quemaba mis manos
deseosas de piel
ávidas de tu voz
buscando nuevos versos.
Cuando te fuiste
solo veía negra luz:
tanto dolor solo podía
quemarme el aire
que respiraba, tozudamente
vencido de lágrimas,
y gritaban, repetían
tu ausencia los gemidos
en una tormenta oceánica
de cuerpos a la deriva,
y las aves no sabían
hallar sustento al vuelo
porque el viento
dejó de ser la promesa
innombrada de la luz.
Ahora sólo busco
cerrar los ojos
y verte, verte detrás
de tanto velo roto,
verte un instante
eterno
y quedarme así
contigo, abrazado a ti,
viendo brotar la luz
en un último, primer
amanecer del mundo.
Barcelona, 16 de enero de 2025
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Retrat de l'Alèxia, de la seva germana Mar |
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