Esperaba con blanco fervor
aquellas mañanas tranquilas
en tu habitación, la fiebre
que nublaba el tiempo
el escozor en la garganta
la tos, y la escuela lejos,
aquí, agazapado en tu cama
sábanas limpias y todas
las horas para estar contigo.
Ahora soy yo quien te arropa
en tu cama después de una vida
juntos: estás cansada pero feliz
dejas que te cuide, vuelves
a ser aquella niña confiada
que se adentra, con sigilo,
en el mar sereno de la noche
mientras estrellas fugaces te vigilan.
Buenas noches, mamá, que mañana
volverá la luz y su cálido canto
nos abrazará en su primer vagido,
en el asombroso y postrer
amanecer del mundo.
Albert Bellmunt
Barcelona, 08.11.2021
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