dimecres, 29 de desembre del 2010

Creencias sobre la vida


(extracto del libro ‘Sobre el Duelo y el Dolor’)

El duelo también supone la desaparición de muchas creencias conscientes e inconscientes de cómo se supone que tiene que ser la vida.
Muchos de nosotros compartimos unas determinadas creencias comunes, como que después de nacer tendremos una buena infancia (o, si es difícil, la superaremos y nos haremos más fuertes). Luego, conoceremos a ese alguien especial, nos casaremos y desarrollaremos una carrera profesional. Sabemos que quizás no encontraremos el mejor trabajo del mundo, y nuestro matrimonio no será perfecto, pero amaremos a nuestros hijos y, haciendo balance, esperamos sentirnos satisfechos, Por último, cuando seamos ancianos, invitaremos a la familia a mirar los viejos álbumes de fotos, les diremos a todos cuánto les queremos y, entonces, esa misma noche, moriremos plácidamente mientras dormimos.
Estas son nuestras creencias, nuestras esperanzas, nuestras ilusiones, la forma en la que debería transcurrir la vida. Pero, ¿qué sucede cuando aparece un cáncer a los cuarenta años? ¿Qué sucede cuando un ser querido fallece en un accidente de tráfico?¿O cuando muere un niño? Así no es como se suponía que iban a ir las cosas. Se suponía que la vida no iba a ser perfecta, pero sí larga. Se suponía que no íbamos a sufrir enfermedades graves, terremotos, accidentes y que los aviones no se estrellan contra los edificios. Pero cuando suceden todas estas cosas, no sólo debemos llorar la pérdida en sí, sino también la pérdida de la creencia de que no debería haber pasado.
Cuando nos golpea una pérdida, no sólo nos dolemos por esa pérdida en particular, sino también por la pérdida de todas las creencias e ideas que poseemos de cómo debería ser la vida. 
Hay que llorar estas pérdidas por separado. En ocasiones, tenemos que enfrentarnos a ellas primero. No podemos llorar la pérdida si no hemos aclarado las frases del estilo “No tenía que haber pasado”. Todos nosotros hemos visto esta sorpresa y aturdimiento en la mirada de alguien. Objetivamente, sabemos que pasan cosas malas, pero a otras personas, no a nosotros. Y, sin duda, de ninguna manera en el mundo que vivimos. 
En el proceso del duelo, también necesitamos tiempo para lamentar la vida que se suponía que teníamos que llevar. Necesitamos honrar la pérdida recordándonos a nosotros mismos que “no le ha pasado a otra persona, me ha pasado a mí”. Tómate un tiempo para vivir con la pregunta: “¿Por qué yo?”. Para algunos, la respuesta es: “¿Y por qué no?¿Por qué iba a librarme yo de las pérdidas de la vida?”
Tu sistema de creencias necesita curarse y recomponerse, igual que el alma. Debes comenzar a reconstruir un nuevo sistema de creencias desde los cimientos, uno con espacio para las realidades de la vida pero que siga proporcionándote seguridad y esperanza para una vida diferente: un sistema de creencias que, en última instancia, posea una belleza propia para descubrir mediante la vida y la pérdida.
Piensa en un bosque muerto, en el que aflore una plantita entre toda la devastación. En nuestro proceso de duelo, nos movemos hacia la vida desde la muerte, sin negar la devastación que se ha producido.
Sobre el Duelo y el Dolor
Elisabeth Kübler-Ross
David Kessler
Ediciones Luciérnaga
3ª Edición Marzo 2010