Barcelona, Albert Bellmunt
Desde que te fuiste, Alèxia, te he vivido en muchos sueños.
Que estabas con nosotros en otro tiempo, viva, un tiempo extraño porque una grieta de consciencia me decía que no era posible, que la enfermedad vendría, pero tu vivías alegre en ese tiempo regalado y sin fisuras...
Otras veces estabas sola, paseando perdida en una playa lejana y yo te gritaba por tu nombre, desesperado, quizás desde otra dimensión, porque tú no me oías...
O vivías, ya mayor, en un apartamento, sola, emancipada, y por la noche subías a la terraza y yo iba a verte y te encontraba acurrucada, dormida, esperando que alguien te llevase de nuevo hasta tu casa...
O que estabas jugando con tus amigas, del todo ajena a lo que yo sabía que después vendría: la enfermedad, el dolor, la lucha por la vida...y así muchas otras noches en que estamos juntos, como si nada hubiese sucedido, y somos dichosos en esos instantes mágicos...
Ahora sólo te vivo en sueños, hija, pero son sueños reales, irrepetibles, otras vidas que circulan en el universo donde yo te siento presente junto a mí y me emplazo a que esos momentos no se acaben nunca...
Por eso espero paciente esas noches cuando vienes, como dice Rafael Guillén en su precioso poema titulado Abriendo paso al rayo, ‘... como una paz lejana / ... como un aroma de vaguadas y montes, cabalgando / a lomos de la tarde / ... / tal vez por un atajo / de alguna dimensión desconocida’.
Abriendo paso al rayo
Ella vendrá, saladamente húmeda,
tenuemente velada
por el polvo de agua que liberan
las olas al romper.
Ella vendrá por los acantilados.
Uno por uno, intento
ir forzando los límites. Y espero.
No sé que espero, ni por qué. Es un modo
de reclamar mi parte de aventura.
Ella vendrá. Vendrá desde la noche.
Como un débil galope que se acerca.
Como el recuerdo de una risa. Como
el eco de las voces que, otros tiempos,
habitaron la casa abandonada.
Ella vendrá. Yo creo en el misterio.
La fe en lo transparente, en lo que existe
alrededor de la materia; el vago
presentimiento ilógico; el deseo
me salvará. Yo creo
en la otra mitad de lo visible.
Ella vendrá, saliendo del espejo.
Sonriendo desde un retrato antiguo.
Será un leve crujido en la escalera,
el ruido de unos pasos por el techo,
una cortina que se mueve, un vaso
de cristal que se rompe sin tocarlo.
Ella vendrá, como una paz lejana.
Vendrá como un aroma
de vaguadas y montes, cabalgando
a lomos de la tarde.
Ella vendrá al final, no sé por dónde;
tal vez por el atajo
de alguna dimensión desconocida.
Ser hombre es resistirse.
Ser hombre es cometer, conscientemente,
un pecado de lesa desmesura.
Ser hombre es ser testigo de lo absurdo.
Ella vendrá, engarzada en una chispa
de pedernal. Abriendo paso al rayo.
Deslumbrante en la proa
de una infinita luz que se aproxima.
Rafael Guillén (1933 - 2023)
De: Límites, (1968-1970)
Editorial Alhulia 2003©
ISBN: 84-96083-00-4